
- La sabiduría de discernir los tiempos y la misión del siervo fiel
El capítulo 24 de Mateo, comúnmente llamado el "pequeño Apocalipsis", contiene de forma condensada las enseñanzas de Jesús sobre el fin de los tiempos. En particular, la parte final de Mateo 24 (Mt 24:44-51) y la parábola de las diez vírgenes de Mateo 25 presentan una visión compartida sobre la importancia de "el tiempo". A lo largo de la historia de la iglesia, estos pasajes se han interpretado como enseñanzas que abarcan tanto el fin histórico como el fin personal, y dentro de la tradición reformada siempre han sido un tema central. El pastor David Jang destaca el significado y la aplicación de este "tiempo" mencionado en el pasaje, enfatizando que los cristianos de hoy deben comprender con claridad la época y la situación en la que viven. Además, subraya que este reconocimiento del "tiempo" no debe quedarse solo en la perspectiva de la culminación de la historia, sino que debe concretarse en decisiones y acciones reales en la vida cotidiana, en el ministerio y en el contexto global.
Mateo 24 en su totalidad aborda el significado múltiple de la caída de Jerusalén, el fin del mundo y la segunda venida de Jesús. Jesús anuncia a sus discípulos el día en que se derrumbará el Templo de Jerusalén, las señales del fin de los tiempos y la angustia que acontecerá al final de la historia. Los discípulos preguntan: "¿Cuándo sucederá esto, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?" (Mt 24:3). Después de mencionar varios signos, Jesús les explica la parábola de la higuera (Mt 24:32), a través de la cual les indica que cuando observen estas señales, sepan que "el tiempo" está cerca. Esto no solo se refería a un evento histórico pasado, sino que se aplica de manera repetida a lo largo de la historia de la humanidad. El ser humano siempre debe analizar y comprender su época y su situación, para tomar decisiones adecuadas en ella.
El pastor David Jang recalca la "sabiduría para discernir los tiempos" que encierra la parábola de la higuera. En particular, insiste en que la iglesia y los creyentes de esta generación no solo deben tener una visión panorámica de la historia, sino también la capacidad de discernir y entender su época y sus circunstancias personales. Por ejemplo, la pandemia de COVID-19 constituye un "momento" histórico (un date) que marcó un punto de inflexión mundial. Aunque desconocíamos cuándo iniciaría y cuándo terminaría, lo cierto es que se convirtió en un hito en la historia. El creyente, en cada punto de inflexión, ha de estar atento para discernir qué está diciendo Dios y qué preparación quiere hacer en nosotros a través de esos eventos.
La frase de Mateo 24:44, "Por eso también ustedes estén preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá cuando menos lo esperen", despierta el sentido de urgencia en relación con la segunda venida. Esto no se refiere únicamente al fin último de toda la humanidad. También hay un "fin personal" que puede llegar de manera inesperada, por una enfermedad o un accidente. Por eso, como dice Romanos 13:11 con la expresión "ya es hora de despertarnos del sueño", la vigilancia y la preparación son fundamentales.
La parábola del siervo fiel y sensato que aparece a partir del versículo 45 de Mateo 24 exige una actitud de vida concreta. "¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente al que puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a su tiempo?" (Mt 24:45). Esta enseñanza subraya que, aunque no sepamos cuándo llegará el día, debemos cumplir fielmente con la misión que se nos ha encomendado. Para el pastor David Jang, la expresión "dar el alimento a su tiempo" constituye el núcleo de la vocación cristiana. La iglesia y los creyentes no deben temer ni angustiarse ante la llegada del fin. Más bien, deben ser aquellos que, en toda época, repartan el "alimento que conduce a la vida eterna". En Juan 6, Jesús ordena no trabajar por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna (Jn 6:27). Esto no significa que se desestime la necesidad del pan diario o de los medios de subsistencia, sino que se nos exhorta a preparar y proclamar la Palabra de vida eterna.
En la confesión de fe reformada, se declara el dominio absoluto de Dios sobre "los tiempos" y "las épocas". Dios es el Alfa y la Omega de la historia (Ap 1:8) y gobierna todos los tiempos. La forma en que transcurren el inicio, el desarrollo y el fin de la historia es un mensaje repetido en toda la Biblia. Desde la historia de la creación en Génesis hasta las profecías apocalípticas de Apocalipsis, Dios interviene soberanamente en la historia humana y la guía. El pastor David Jang, manteniéndose fiel a esta tradición reformada, subraya la importancia del "discernimiento" en medio de la multitud de interpretaciones y controversias relacionadas con el fin de los tiempos. Afirma: "Es natural querer saber hacia dónde se dirige el barco de la historia, y la Biblia nos ofrece esa respuesta. Pero durante ese proceso, en lugar de entregarnos a la especulación humana o al temor, debemos ocuparnos con fidelidad y sabiduría en lo que se nos ha encomendado".
El llamado a conocer "los tiempos y las épocas" se ha repetido constantemente en la historia de Israel y de la iglesia. Dios siempre lanza advertencias y también concede salvación en momentos específicos. El diluvio que cubrió la tierra en los días de Noé, los prodigios que señalaron el éxodo en tiempos de Moisés, el cautiverio en Babilonia en la época de Jeremías... cada uno de estos sucesos suscitó la pregunta "¿por qué están ocurriendo estas cosas?". Y en medio de estos acontecimientos, quienes permanecieron vigilantes y atentos llegaron a descubrir la voluntad de Dios y obtuvieron sabiduría para prepararse.
De igual forma, la pandemia, la inestabilidad económica y política, así como los diversos desafíos y cambios que enfrenta la iglesia hoy, nos interpelan: "¿Conocen ustedes este tiempo? ¿Disciernen el significado espiritual e histórico de este momento?". El pastor David Jang subraya que precisamente ahora la iglesia debe estar más despierta que nunca. Así como, al ver que las ramas de la higuera ya están tiernas y brotan las hojas, la gente concluye que el verano está cerca, también debemos darnos cuenta de qué época es y qué debemos preparar frente a los sucesos y señales que vemos en el mundo.
La parábola del "siervo fiel y prudente" nos enseña cómo llevar a la práctica lo que hemos comprendido. Esto implica, concretamente, proveer "alimento a su tiempo". Este alimento tiene dos dimensiones principales. Una es la ayuda práctica y tangible que la iglesia debe brindar al mundo a través del servicio y el amor. Jesús dejó un mandato claro de alimentar a los hambrientos, dar agua al sediento y socorrer a los necesitados (así también se ve en las parábolas que siguen en Mateo 25, donde leemos: "en cuanto lo hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicieron"). La otra dimensión es la Palabra que conduce a la vida eterna. En cualquier época, la gente anhela un significado supremo y la vida eterna. La iglesia, al transmitir la verdad del evangelio, provee ese alimento que salva el alma.
El pastor David Jang presenta esta enseñanza de "ser siervos que dan el alimento a su tiempo" como una tarea espiritual sumamente práctica. Señala que la labor de la iglesia no debe limitarse únicamente a la enseñanza doctrinal o al crecimiento espiritual individual, sino que también debe manifestarse como una influencia real y un servicio al mundo. De igual manera, cada creyente debe, en su profesión y posición, o de la manera que le sea posible, contribuir al establecimiento del "reino de Dios". La parábola de la higuera no pretende fomentar un sensacionalismo apocalíptico que siembre temor, ni hacernos acomodar cómodamente en la realidad presente sin preparación. Su propósito es promover una conciencia viva y un discernimiento que nos lleve a concentrarnos en encarnar los valores del evangelio.
Bajo esta perspectiva, el pastor David Jang interpreta el "pequeño Apocalipsis" de Mateo 24 como una proclamación de que "la historia de este mundo está bajo la soberanía de Dios; hay un final definitivo, y los creyentes deben estar vigilantes y preparados en ese proceso". Sin embargo, esa vigilancia no es un temor paralizante, sino una responsabilidad. Jesús lanza fuertes advertencias a los siervos que no estén listos. "Llegará el señor de aquel siervo el día que éste no espera y a la hora que no sabe; lo castigará severamente y le impondrá la sentencia que reciben los hipócritas; allí habrá llanto y crujir de dientes" (Mt 24:50-51). Con esto se manifiesta la santa justicia de Dios contra la hipocresía y la pereza espiritual. Por tanto, el cristiano no debe simplemente quedarse de brazos cruzados esperando la llegada inevitable del fin, sino que ha de revisarse constantemente para ver si está ejerciendo "fiel y sabiamente" la tarea que se le asignó, de tal manera que, cuando el Señor regrese, lo encuentre sirviendo con dedicación.
Asimismo, este pasaje no se refiere únicamente a la vida personal de los creyentes, sino a la iglesia entera como comunidad. Todos deben unirse para discernir qué papel les toca desempeñar en el lugar y la época que Dios les ha confiado. Tal como lo remarca el pastor David Jang, "así como los peces remontan las cataratas del Niágara empujándose unos a otros, la iglesia, como un solo cuerpo, debe servirse, animarse y superar juntas las pruebas que plantea la historia". Aunque la fuerza de un individuo sea escasa, si todos se unen y cooperan, se pueden remontar incluso desafíos tan grandes como cataratas.
Para que la iglesia ejerza su función de "sal y luz" en el mundo, no basta con buscar el crecimiento y el éxito de una sola congregación. Es necesario unirse para difundir de manera más amplia y efectiva el amor y el evangelio.
En conclusión, Mateo 24 no es un capítulo que pretenda generar un temor apocalíptico vago, sino un capítulo lleno de la exhortación de Jesús a "conocer el tiempo y prepararse". El punto central es "mantenernos despiertos en esta época, responsabilizarnos de la misión que se nos ha encomendado y vivir con la mirada puesta en la vida eterna". Reiterando este mensaje, el pastor David Jang urge a la iglesia a seguir mostrando el camino adecuado y a no cesar de amar y servir, aun en medio de todos los cambios y crisis de nuestra realidad. Eso es lo que significa materializar la imagen de "siervos fieles y sensatos" que "dan el alimento a su tiempo".
- La tradición de la Iglesia Reformada
La reflexión sobre el rumbo de la historia y el fin de los tiempos ha sido un tema importante a lo largo de la historia de la iglesia, y en especial después de la Reforma, dentro de la tradición reformada, se ha tratado de forma más sistemática. La Iglesia Reformada centra su fe en que Dios creó la historia y, asimismo, la dirige con soberanía hasta su culminación. En este proceso, "los tiempos y las épocas" no pueden ser definidos caprichosamente por el ser humano, pero a la vez, mediante las Escrituras, se pueden discernir ciertas señales. Así, se evita caer en interpretaciones arbitrarias o en mercadeo del miedo, y se adopta un enfoque bíblico, equilibrado y centrado en la Palabra en cuanto al fin de los tiempos.
El pastor David Jang, basándose en esta tradición reformada, enseña que "Dios ya ha fijado los tiempos y las épocas, y en ese día que él ha dispuesto (the day) se manifestarán simultáneamente el juicio y la salvación de Dios". Para él, la escatología no es una evasión pesimista ni un temor desfasado, sino la "llegada de un cielo nuevo y una tierra nueva, es decir, la instauración plena del gobierno de Dios", un acontecimiento lleno de esperanza. Por supuesto, para los hacedores de mal será un día de juicio; pero para quienes buscan la santidad y la pureza en el camino del Señor, será un día de liberación y gozo completos.
El insiste en la idea de que el "fin de la historia" no es un miedo puro, sino un "proceso hacia la consumación"; y que la iglesia tiene un papel muy amplio que desempeñar en el presente. De hecho, cuando el evangelio se extiende a todas las naciones y la justicia y el amor de Dios se manifiestan en todos los rincones de la sociedad, se evidencia que el fin no representa solo "destrucción" o "solución" definitivas, sino que es una "consumación".
El pastor David Jang hace hincapié en que, a lo largo de la historia, en momentos decisivos han ocurrido "sucesos clave" y, tras ellos, siempre ha habido creyentes y líderes que permanecieron despiertos y obedientes. Como ejemplo, durante la persecución de la iglesia primitiva, parecía que el cristianismo iba a ser aniquilado, pero gracias a la oración y al testimonio martirial de los creyentes, la iglesia se fortaleció y siguió expandiéndose. Lo mismo sucedió en la Reforma. Ante la corrupción y la tergiversación de la Iglesia medieval, representadas por la venta de indulgencias, surgieron Lutero, Calvino, Zwinglio y otros líderes que recuperaron el centro de la doctrina de la salvación y regresaron a la iglesia a la senda de "solo por la fe, solo por la gracia, solo la Escritura".
En este contexto, la Iglesia Reformada pone su confianza en la soberanía divina de la historia, pero al mismo tiempo enfatiza la responsabilidad humana. Es decir, "Dios ha establecido los tiempos, pero lo importante es cómo respondemos y obedecemos cuando esos tiempos llegan". El pastor David Jang enseña que esto se concreta en la acción de "dar el alimento a su tiempo". Cuando llega un cambio histórico o social de magnitud, el cristiano debe estar allí para suplir las necesidades espirituales y físicas de la gente con el evangelio.
En 2013, durante el congreso de la WEA (Alianza Evangélica Mundial) y en su interacción con otros líderes cristianos internacionales, el pastor David Jang subrayó la importancia de que la Iglesia Evangélica mundial se una para responder a la pregunta: "¿Cómo llevar el evangelio puro a los que se pierden?". El pastor Jang sostiene que los principios de la Reforma -"Sola Fide, Sola Gratia, Sola Scriptura"- siguen vigentes y que, en medio de los dilemas complejos de la sociedad moderna, no se debe diluir la pureza de la doctrina de la salvación. También insistió en que, para que ese evangelio puro se extienda mundialmente y transforme efectivamente la vida de las personas, la iglesia debe unirse en un mismo corazón.
Este valor de unidad y servicio se ha puesto en práctica de manera concreta en las comunidades y redes internacionales donde el pastor David Jang ejerce su ministerio. Por ejemplo, en países como Turquía, Alemania, Rusia y Japón, se establecieron bases misioneras dedicadas a la predicación del evangelio y la formación de discípulos, además de llevar a cabo labores de servicio y ayuda humanitaria adaptadas a las necesidades locales. El pastor Jang afirma: "Donde quiera que estemos, debemos llegar, comprender las necesidades específicas de la región y suplirlas, tanto espiritual como físicamente. Eso es lo que hace un siervo que da el alimento a su tiempo".
La preocupación por "cómo podría la iglesia mundial unirse para servir al mundo en tanto Cuerpo de Cristo" ha motivado la corriente del movimiento ecuménico. Si bien dentro de este movimiento hay diversas opiniones y líneas de pensamiento, el pastor David Jang mantiene la posición de que "la auténtica iglesia evangélica, sin abandonar el espíritu de la Reforma, puede cooperar en muchos aspectos dentro del ámbito cristiano".
él ha compartido su testimonio de cómo comprobó, una y otra vez, "cuán esencial es responder correctamente en el momento que Dios dispone". Los terrenos, centros y bases misioneras -incluyendo extensiones de 3,300 acres- fueron obtenidos en el momento justo que Dios proveyó, sin que fuera fruto de cálculos o esfuerzos humanos. Lo esencial es "¿cómo utilizaremos esos recursos y ese territorio ahora?". Se requiere oración ferviente y vigilias, y el compromiso de los creyentes: "Señor, usaremos esto conforme a Tu voluntad. Haremos de este lugar un espacio para el evangelio, la educación, la ayuda y la misión".
El pastor David Jang interpreta este hecho como el cumplimiento de la promesa de Mateo 24:47: "De cierto os digo que lo pondrá sobre todos sus bienes". Cuando la iglesia y los creyentes sirven con fidelidad y sabiduría en lo poco, Dios les confía cosas mayores. Pero eso conlleva también mayor responsabilidad y entrega, responsabilidad que no recae únicamente sobre uno o dos, sino que reclama la participación de toda la comunidad de creyentes. Por ello se necesita el trabajo conjunto y la unidad de la iglesia, incluso de manera internacional, a fin de practicar el evangelio y el servicio de forma efectiva.
Otra dimensión que el pastor David Jang recalca es "la visión apocalíptica sobre los fenómenos que se manifestarán en los últimos tiempos". Pasajes como Mateo 24, Apocalipsis y las cartas a los Tesalonicenses describen las calamidades y tribulaciones, así como la actividad del Anticristo al final de la historia. Desde la interpretación reformada, en vez de organizar un calendario detallado que fije con precisión el "cómo" y el "cuándo" se cumplirán estos hechos, se reconoce la realidad del pecado y de la creciente maldad, pero, a la vez, se profesa la certeza de que Dios finalmente consumará la salvación. En la misma línea, el pastor David Jang aconseja evitar teorías conspirativas desmedidas o euforias místicas en torno al fin de los tiempos, e invita a "leer con fidelidad las Escrituras, discernir en el seno de la comunidad de fe y, a la vez, prepararnos y proveer soluciones prácticas".
En la confesión de fe reformada se incluye la doctrina de la predestinación, que declara que ni los acontecimientos ni sus tiempos suceden por azar, sino por la providencia y el plan de Dios. Sin embargo, al mismo tiempo, esta confesión enseña que el ser humano debe actuar con máxima responsabilidad en la realidad que le ha sido encomendada. Aunque a primera vista parezcan ideas opuestas, en realidad se complementan: "Dios obra con absoluta soberanía en la historia" y "el hombre está llamado a obedecer desde su posición".
Basado en esto, el pastor David Jang advierte que "la confesión de fe y la tradición presbiteriana de la predestinación" no deben ser objeto de orgullo doctrinal o de negligencia. La predestinación elimina la posibilidad de la arrogancia humana, al recordarnos que, por mucho que nos esforcemos, nuestra capacidad no basta para consumar la salvación y la historia. A la vez, el que Dios se haga cargo de todo no significa que el ser humano no deba hacer nada y quedarse quieto. La Biblia, en innumerables pasajes, nos ordena: "oren con fervor, manténganse despiertos, prediquen el evangelio, ámense y exhórtense unos a otros a las buenas obras".
El discernimiento de los tiempos y la obediencia a la voluntad de Dios van de la mano. El pastor David Jang suele mencionar como ejemplo el episodio del diluvio en la época de Noé. La gente se burlaba de Noé cuando construía el arca, y no creía que vendría el diluvio. Pero a través de la rama de olivo que trajo la paloma, Noé supo cuánta agua había bajado y cuándo podría salir del arca (Gn 8). Tanto la entrada como la salida del arca estuvieron marcadas por la palabra de Dios y la capacidad de discernir señales, sin descuidar la obediencia y la acción. Construir el arca exigió un arduo trabajo y múltiples dificultades.
En el Nuevo Testamento, Jesús, tras hablar a sus discípulos acerca del fin en el Monte de los Olivos, oró en ese mismo lugar (Getsemaní) y ascendió al cielo desde ahí (Hch 1:12). El Monte de los Olivos (Olivet) fue el escenario de Su última instrucción, así como de acontecimientos decisivos. Por ello, la iglesia, al mantener siempre presente el "Discurso del Olivar" (Olivet Discourse), procura permanecer vigilante y en continua conversión, sin dejar de cumplir la misión que tiene en este mundo.
El pastor David Jang anhela que la comunidad eclesiástica que él sirve abrace completamente el espíritu del "Discurso del Olivar". Para ello, anima a sus miembros a vivir una fe práctica: cultivar su vida espiritual personal, predicar el evangelio allí donde cada uno está, y trabajar unidos para resolver los desafíos sociales y aliviar los sufrimientos colectivos. Así como Jesucristo se encarnó para vivir en medio de nosotros, la iglesia no debe aislarse en su mundo espiritual, sino "encarnarse" también en el mundo, llorar con los que lloran, reír con los que ríen, servir con amor y, al mismo tiempo, no perder nunca la esperanza escatológica.
En todo esto, el pastor David Jang hace hincapié en la necesidad de la "sabiduría para conocer el tiempo". Hay ocasiones en que se abre la puerta para el ministerio en cierta región, y otras en las que debemos esperar en silencio hasta que llegue el momento de Dios. Lo importante es discernir orando, actuar con valor cuando la puerta se abre y, cuando se cierra, esperar con paciencia.
El mensaje central que el capítulo 24 de Mateo deja a la iglesia contemporánea es: "Existe un tiempo final, así que prepárense; pero, mientras tanto, sirvan fielmente y con sabiduría". El pastor David Jang ha desarrollado su ministerio y labor misionera sobre dos pilares. Uno es conservar la pureza de la doctrina de la salvación y guiar a cada creyente por el camino de la santificación. El otro es alentar a la iglesia para que demuestre el poder del evangelio al servicio de la sociedad, atendiendo a los pobres y marginados.
Para él, la "fidelidad" no es un esfuerzo para la propia satisfacción, sino "una disposición de corazón que entiende el deseo del Señor y cumple Su misión con alegría". Y la "sabiduría" no se reduce a la astucia mundana, sino que "se fundamenta en la Palabra de Dios, para discernir la época y tomar decisiones correctas". Cuando ambas cualidades se unen, la iglesia y los creyentes, pese a las tribulaciones del mundo, pueden mantenerse firmes y avanzar.
El pastor David Jang a menudo afirma: "No sabemos con exactitud cuándo será el fin, pero es seguro que el día llegará". Esta es la esencia de la fe en la segunda venida de Jesús y la verdad inamovible que la iglesia debe sostener. Y mientras ese día llega, la labor que se nos ha encomendado es "dar el alimento a su tiempo", es decir, ofrecer el evangelio y el amor en consonancia con las necesidades de la época. Así como los peces remontan las cataratas del Niágara, la iglesia debe colaborar para superar los obstáculos y desafíos del mundo. Para ello, la ayuda del Espíritu Santo y el cuidado de Dios son absolutamente indispensables, por lo cual la oración unánime y la entrega constante son esenciales.
Para que este compromiso y acción no se limiten a unos pocos líderes o miembros entregados, el pastor David Jang alienta la participación y el respaldo de toda la congregación. Esa es la razón de ser de la comunidad cristiana y la manera de prepararse para el fin. Siguiendo la tradición de la "iglesia reformada" (ekklesia reformata), la iglesia debe revisarse y renovarse constantemente, y descubrir la tarea que Dios le asigna en cada época. Tal como ha demostrado la Iglesia Reformada a lo largo de la historia, cuando nos mantenemos fieles a los principios de "Solo la Escritura, Solo la Gracia, Solo la Fe" y nos sometemos al Dios soberano de la historia, podemos experimentar un sorprendente avivamiento y restauración.
Mateo 24 presenta un mensaje de naturaleza apocalíptica al contemplar tanto el fin de la historia como el fin personal, y Jesús insiste repetidamente en que "conozcamos el tiempo y estemos preparados". Desde la perspectiva de la tradición reformada, el pastor David Jang lo interpreta y aplica no como un simple discurso de pánico escatológico, sino como un llamado a la práctica: "Prepárense para ese día, viviendo con fidelidad y sabiduría en el presente". Y destaca que esa misión se cumple en comunidad, unida a la iglesia global. Ante la pandemia, las convulsiones económicas y los cambios culturales que azotan este tiempo como grandes oleadas, la iglesia ha de reconocer las señales de esta época -como quien ve las ramas tiernas de la higuera y sabe que el verano está cerca-, estar en oración y proclamar con obras concretas el amor y la salvación de Cristo.
El ministerio del pastor David Jang, fundamentado en esta confesión de fe, se orienta hacia una misión que abarca tanto el ámbito nacional como el internacional, y que promueve la unidad evangélica. él confía en la promesa de Mateo 24 de que "si somos siervos fieles y prudentes, que proporcionan a su debido tiempo el alimento a los de la casa, el Señor nos confiará mayores responsabilidades y posesiones". Y da testimonio de que esta palabra sigue cumpliéndose en la iglesia y en la historia. Esto nos recuerda que la iglesia no vive aterrorizada por la escatología, sino esperanzada; una comunidad que sirve al mundo con la vista puesta en el fin.
Nuestra misión es sencilla y clara: "Independientemente de cuándo venga el Señor, permanezcamos de tal manera que no nos avergoncemos ante él; oremos pidiendo la ayuda del Espíritu Santo, trabajemos con ahínco y amémonos los unos a los otros". Este es el mensaje que el pastor David Jang ha recalcado en su predicación y ministerio. Ahora que el mundo se recupera de la pandemia, o cuando surja otra crisis, la iglesia no se dejará llevar a la deriva si discierne la dirección de la historia. Confiemos en que Dios determina los tiempos y las épocas, y que, mientras ese día llegue, debemos cumplir con fidelidad la tarea que se nos ha asignado, como "siervos fieles y prudentes". Si vivimos de esta manera, cuando el Señor regrese nos dirá: "Bien, siervo bueno y fiel", y participaremos de Su gozo eterno.
















